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:.. PROGETTO INTERCULTURALE SUL TEMA DEL VIAGGIO :.. PROYECTO INTERCULTURAL SOBRE EL TEMA DEL VIAJE :.. INTERCULTURAL PROJECT ON THE THEME OF TRAVEL
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El término falo deriva del latín phallus, del griego φαλλός-phallós, para conectarse a la raíz
sánscrita phalati (= brotar, dar fruto) o a la raíz de la lengua protoindoeuropea bʰel-phal
(= hincharse, hincharse).
En la embriología, se da el nombre de falo a una protuberancia del tubérculo genital que, en el varón, da lugar al pene y, en la mujer, al clítoris.
De hecho, en el mundo greco – romano clásico, el falo era considerado el símbolo de la vida por excelencia, ya que el pene es el generador del semen.
:.. El falo como atributo divino
Al ser considerada fuente de vida, capaz de procrear y por tanto crear, posee un don común a los dioses, divino.
Precisamente para subrayar su fecundidad y su poder creativo, un enorme falo es el atributo de Príapo, dios de los campos y las cosechas de la religión greco – romana.
Se colocaban símbolos fálicos o representaciones de Príapo en las entradas de los campos tanto para congraciarse con su benevolencia como también porque con su enorme error infundiría miedo, ahuyentando a ladrones y criminales.
En la agricultura, cuando se ve fuertemente afectada por fenómenos meteorológicos impredecibles, es importante observar los efectos de los resultados buenos o positivos.
Por esta razón el atributo del Dios de las cosechas y las cosechas tomó un papel muy importante en la propiciación de los bienes cosechados.
Los símbolos de la muerte eran obligatorios a la entrada del campo en la época romana.
Aún hoy es común vigilar la protección del campo, con enormes cuernos, inmediatamente después de la sentencia de Príapo.
:.. Las alas del falo
El falo estaba representado con alas para subrayar sus cualidades divinas.
Al tener alas, el falo podía conectar a los hombres con el cielo, lo sobrenatural, lo divino.
Las alas, y por tanto la capacidad de emprender el vuelo, permitían abandonar el mundo terrenal para acceder a un mundo extraño, inaccesible, desconocido.
Se imaginaba que el cielo estaba habitado por los dioses, el lugar donde reside lo divino en general, lo sobrenatural.
El Olimpo, el Paraíso, el Dios cristiano, todo ello se imaginaba en el cielo.
En la representación más famosa del Dios cristiano, la Creación de Miguel Ángel, Dios y Adán están en el cielo, descansando sobre las nubes.
Alcanzar el cielo era imposible para la mayoría de los seres vivos de la Tierra, hasta hace apenas 100 años.
Por tanto, está claro que para la mayoría de las culturas que se desarrollaron a lo largo de los siglos, el cielo era visto como el lugar donde residía lo que sólo podía imaginarse.
Los únicos capaces de acceder al cielo, a ese lugar considerado sobrenatural, eran los pájaros.
Las aves, desde la Edad del Bronce, han sido consideradas capaces de conectar con lo divino.
La adivinación de las aves era su supuesta capacidad de proporcionar elementos para predecir el futuro.
El vuelo de los pájaros, su aparición en sueños o en momentos particulares pueden contener presagios y ser interpretados para hacer predicciones.
La capacidad de volar dio a las aves un carácter especial y sobrenatural, ya que les permitió acceder a un mundo inaccesible para todos los demás seres vivos de la Tierra.
En la religión grecorromana encontramos el atributo de alas en el Dios Hermes/Mercurio como mensajero de los dioses, aquel que conectaba el cielo con el mundo real.
Cupido, el hijo de Venus, usó sus alas para alcanzar a los humanos y enamorarlos disparando sus flechas.
Los Ángeles de la iconografía cristiana son hombres con alas.
Fue el arcángel Gabriel quien informó a María que estaba a punto de concebir al hijo de Dios.
Un pájaro, la lechuza era el animal sagrado para Juno, la reina de los dioses.
Aún hoy encontramos el búho en muchos salones como adorno de buena suerte.
Hoy hemos perdido esa percepción del cielo como un lugar desconocido, mágico, divino, inaccesible y por tanto un lugar en el que imaginar a los Dioses del Olimpo, el paraíso, el Dios cristiano, los difuntos.
La expresión “voló al cielo” está ligada a la necesidad de identificar un lugar “distinto” a la tierra, a la vida cotidiana de todos los mortales.
Tras la invención de los aviones, esta identificación del cielo como asiento de lo divino es más difícil de entender pero permanece en algunas expresiones o símbolos como el falo alado.
:.. El culto al falo en los siglos siguientes
San Agustín San Agustín (354 d.C.-430 d.C.), obispo de Hipona Regis (en la actual Argelia), relata estas celebraciones paganas, describiendo las antiguas procesiones de la fertilidad con un prejuicio cristiano de fuerte desaprobación: “Varrón dice que en Italia se celebraban ciertos ritos de Liber (dios itálico de la fertilidad y los campos) que eran de tan desenfrenada maldad que las partes vergonzosas del varón eran adoradas en su honor en las encrucijadas.
De hecho, en los días de la fiesta del Liber, este miembro obsceno, colocado en un carro, era exhibido primero con gran honor en los cruces de caminos del campo y luego transportado a la propia ciudad.
De esta manera, al parecer, había que propiciar al dios Liber, para asegurar el crecimiento de las semillas y repeler el encantamiento (fascinatio) de los campos”.
En aquella época, aunque el clero cristiano lo consideraba obsceno, el fascinum seguía utilizándose para protegerse del mal.
Fueron usados como amuletos de protección, particularmente por niños y soldados (en ese momento las categorías con mayor mortalidad).
El antiguo culto al falo aún persistía en Italia a finales del siglo XVIII.
En una carta desde Nápoles del 31 de diciembre de 1781, William Hamilton describe la costumbre napolitana entre niños y mujeres de clase trabajadora de llevar amuletos con símbolos fálicos claramente derivados del culto a Príapo en la antigua Roma.
La función de estos amuletos era naturalmente proteger contra los hechizos y el mal de ojo.
Se trataba de amuletos elaborados en plata, marfil y coral muy similares a los encontrados en las excavaciones de Herculano.
Hamilton coleccionó numerosos amuletos tanto modernos como procedentes de las excavaciones arqueológicas de Herculano para enviarlos al Museo Británico.
En la misma carta, Hamilton da testimonio de la supervivencia del culto a Príapo en la ciudad de Isernia a finales del siglo XVIII y de su fusión con el culto cristiano.
Durante la fiesta anual de los santos médicos Cosimo y Damián, se vendieron en grandes cantidades símbolos fálicos de diversas formas y tamaños.
Estos objetos tenían una función propiciatoria y auspiciosa especialmente para las mujeres que participaban en la celebración, muchas veces para remediar su esterilidad.
El cuerno En el sur de Italia y en particular en Nápoles, el cuerno ha sustituido al falo como amuleto de buena suerte.
La religión católica y la moral común han llevado a la desaparición del falo como símbolo pagano y amuleto de la suerte y a su sustitución por el cuerno.
Así como en la antigüedad los agricultores colocaban un gran falo, símbolo del dios Príapo, para proteger sus campos, así también hoy en día los cuernos grandes son inevitables en las granjas modernas del sur de Italia.
El cuerno se regala y se lleva como amuleto para proteger contra la mala suerte y el mal de ojo o contra la envidia, los celos y la malicia.
Está muy extendido y frecuente tanto en los hogares napolitanos como en comercios y restaurantes.
Se cree que si el cuerno se rompe significa que ha neutralizado el mal de ojo o la mala suerte, en definitiva ha surtido efecto.
:.. El pene de hierro Kanamara Matsuri (かなまら祭り)
Fiesta popular del pene de hierro en Japón.
En Japón, cada año en abril se lleva a cabo el festival “Pene de Hierro”.
Fiesta religiosa que se remonta a tiempos muy antiguos durante la cual se realizan procesiones de carros con enormes falos y oraciones para propiciar la fertilidad, la suerte y la armonía familiar.
:.. En Bután, el pene o falo ahuyenta a los malos espíritus
Cada cultura tiene sus propios símbolos auspiciosos, en Bután pintan penes gigantes Caminando entre templos enclavados entre picos del Himalaya, pueblos rurales, fortalezas y mercados, en un reino que aún conserva como pocos lugares en el mundo su cultura milenaria, seguro que no esperas ver penes por todas partes.
Frente a un primer pene dibujado en la pared de una pequeña tienda, con una niña vestida con ropa tradicional jugando frente a él, pienso: “¡¿Pero aquí también hay vándalos?!”.
Luego miro a mi alrededor y noto que hay penes por todas partes: colgando de los canalones, dibujados en las paredes, tallados en la madera;
Los carteles de las tiendas dan la bienvenida a los clientes con el cartel We Come.
Penes de todos los tamaños están pintados en las paredes de las casas y en las puertas de las tiendas, representados con detalles embarazosos, adornados con cintas o cubiertos de pelo, montados por dragones en llamas, eyaculando audazmente.
La veneración del poder sexual masculino se encuentra en varias culturas antiguas:
los egipcios adoraban al dios Min, con el miembro enorme, como el dios Kmul para los asirios y fenicios; los babilonios veneraban al dios Enki, que había creado dos ríos con la fuerza de su pene; En la mitología griega y romana, Príapo era la deidad sexual por excelencia.
Hoy en día, en algunas partes del mundo, todavía existe un culto vivo, aunque de forma menos explícita: se veneran objetos de simbolismo fálico, como el lingam en la India.
En Bután no se trata de objetos simbólicos, sino de penes reales, pintados hasta el más mínimo detalle.
El culto al pene en Bután es muy similar al de Pompeya en la antigüedad: se atribuye al miembro masculino un valor propiciatorio, es una imagen de protección que ahuyenta a los malos espíritus, por ello domina las entradas de los edificios, protegiendo a las familias y los hogares.
:.. WORKS IN PROGRESS
:.. AUTORE: ALESSANDRO FAGIOLO
«Alex il viaggiatore» Roma, Italia. www.alexilviaggiatore.org
